Fundacion Prema

Un Entorno y Cultura del Amor en Familia

Los niños necesitan poder acurrucarse en la calidez de un hogar, donde se sientan seguros, aceptados y amados

“Ser coherente con lo que uno piensa, dice y hace es básico”. ~ Sathya Sai
Si los niños encuentran respeto, comprensión y amor en su entorno, no es necesario ningún esfuerzo especial. Si la familia planifica sus actividades de acuerdo y se esfuerza por cultivar momentos de alegría y felicidad, y por aprovechar al máximo el tiempo que pasan juntos, se establece una buena base sana. Los padres deben apoyar las propensiones innatas de sus hijos y motivarlos a establecer metas. Deben ayudarlos a fomentar la autoestima elogiando y alentando sus cualidades ocultas, así como los talentos que han aprendido a expresar.

Los rasgos de carácter como la determinación, el buen comportamiento y los logros escolares se fortalecerán cuando los padres muestren su agradecimiento.

El orden, la disciplina y la coherencia son rasgos primordiales de una buena educación. El amor y la disciplina no se contradicen.

Si amamos a los niños, debemos advertirles contra el efecto de las malas tendencias y hábitos, y al mismo tiempo ser una inspiración para ellos, para que puedan pensar en la línea de la verdad, proporcionándoles así un hito: una vida consciente.

Por el contrario, cuando damos a los niños juego libre, no solo los mimamos, sino que restringimos su crecimiento y madurez. Los límites deben establecerse firmemente y las consecuencias correctivas de romper las reglas deben explicarse claramente.

A los niños se les deben asignar deberes y responsabilidades que coincidan con su edad y habilidades, así como la libertad de tomar decisiones independientes que sean adecuadas para ellos, pero solo cuando se les haya informado de que cada acción tiene una reacción.

“Las palabras del corazón llegan al corazón de los demás, las palabras de la lengua sólo llegan a los oídos”. ~ Proverbio esloveno

Consejos y secretos para encender un ambiente familiar feliz:

pora ellos ahora, cuando nos necesiten. Si no es así, es posible que no nos busquen la “próxima vez” que lo hagan. Asegúrese de darles a nuestros niños al menos ‘cinco minutos de atención real’ por día escuchándolos con concentración y paciencia. Dediquemos tiempo a desarrollar un ‘oído amoroso’ para hacerlo. esarrollemos la comunicación “de corazón a corazón” y recordemos que el amor es la “vitamina” más importante para el desarrollo integral de los niños. Solo siendo un ejemplo de amor podemos inspirar a los niños a ser seres humanos amorosos. Seamos conscientes de los ‘ladrones’ de la vida familiar y no permitamos que distracciones como la televisión, las computadoras, los teléfonos y otros dispositivos nos roben el tiempo juntos.
Valoremos las características positivas, los talentos y la belleza interior del niño.

Recordemos aplaudir su bondad, motivar y alentar, ya que esto también es parte de la educación.

Recordemos que si permitimos que los niños tomen el camino equivocado, algún día enfrentaremos las consecuencias.

Recordemos que los niños deben respetar los límites que se les dan, pero también deben tener la oportunidad de expresar su punto de vista y su opinión.

Recordemos que es importante ser honestos y objetivos con uno mismo y con los niños, y que las restricciones y consecuencias deben ser justas.

Recordemos que no debemos subestimar la importancia de la comida, que es lo que comemos, sino también lo que leemos, vemos, escuchamos, olemos… Recordemos que los niños se beneficiarán de una buena asociación matrimonial y aprenderán sobre la vida familiar también a través de la relación de sus padres.

Recordemos permitir que los niños desarrollen admiración y respeto por la naturaleza, porque solo estando en la naturaleza aprenderán a sentirla, amarla y protegerla.

Recordemos que podemos crear bondad solo a través del pensamiento positivo y que un espíritu optimista y un sentido del humor pueden ser actores motivadores en la familia.

Recordemos buscar el bien en todas las personas, cosas y situaciones.

Recordemos ayudar a los niños a entender que la acumulación de bienes materiales no es la meta, ni el sentido de la vida, al no acumularnos o estropearlos con demasiados bienes y bienes materiales.

Recordemos que debemos ser un ejemplo para nuestros hijos en el manejo del tiempo, el dinero, la comida y la energía.

Recordemos no desperdiciar estos preciosos recursos.
Recordemos no fomentar la competencia entre los niños comparándolos con otros.

Animémosles a “competir” consigo mismos, para sacar todo su potencial.

Recordemos que cada niño es un ser creativo único, irrepetible y que si tratamos a los niños de esa manera, reconocerán su propio valor y desarrollarán el respeto por sí mismos y por los demás.